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Debía ser alrededor del año 1966 -mi hermano Roberto no había nacido todavía-, yo dormía con mi hermana menor Lily en un cuarto del segundo piso de la hacienda de madera que tenían mis abuelos maternos en lo profundo de las hermosas y exuberantes montañas de Matagalpa. Estas montañas están ubicadas en lo alto de la región central norte de la tierra de Lagos y Volcanes de Nicaragua, en el corazón de América Central.
El clima siempre ameritaba un suéter encima de nuestros pijamas o ropa y botas de goma para caminar por caminos de tierra llenos de lodo. Hoy, el clima sigue siendo en su mayoría de selva tropical, pero el calentamiento global ha tenido sus efectos: durante los meses de invierno (noviembre-febrero), las temperaturas son generalmente frías ( chicalai en náhuatl) mezcladas con una suave niebla y neblina. Puede variar entre 65 y 85 grados Fahrenheit.
Los sonidos de los animales salvajes y de granja que se despertaban temprano, mezclados con la dulce voz de los indígenas locales, entraban por las ventanas abiertas y me acariciaban para despertarme. ¡Siempre me sentí como en un pedazo de cielo!
Mi abuelo materno, Esteban McEwan, era nicaragüense de primera generación, hijo del inmigrante escocés Steven Foster McEwan y de una bella muchacha local, Claudina Blandón. Esteban se casó con mi abuela nicaragüense, Mina Callejas, que era de una ciudad en la zona del Pacífico Norte de Nicaragua, Chinandega, donde nació más tarde mi madre.
Mi abuelo conoció a mi abuela durante su servicio militar. Como pareja joven que estaba construyendo una vida juntos y teniendo hijos, mi abuelo finalmente decidió dejar su vida militar y convertirse en agricultor. Murió a los 72 años de edad, dejando a mi abuela y a mi familia 11 granjas (ganado, cítricos, café). ¡Excelente trabajo para un hombre escocés-nicaragüense de primera generación!
Después de seis décadas de vida, he regresado a esas montañas encantadoras donde los helechos crecen enormes y solitarios al lado del camino; donde el olor a café impregna la “cocina de mozos” ~ o cafetería de trabajadores como la llama mi prima Brenda, quien creció en los Estados Unidos. Estoy de regreso en ese pequeño pedazo de cielo para siempre. Los invito a que me acompañen cada mes para compartir con ustedes sobre el hermoso entorno en el que crece nuestro café, la gente que lo cultiva para ustedes, los procesos anuales y la pasión que todos sentimos por nuestro pequeño pedazo de cielo.
Bienvenidos a El Quetzal Estate
3 comentarios
Love it. Feel like I’m there. Truly is a little slice of heaven.
LOVE YOU GUYS and so proud of you!!
I love you, Ana
xo,
Jessica